Mi nombre es Jonathan Romani, me dicen Joni y tengo 23 años. Voy a intentar brevemente contarte cómo fue surgiendo mi vocación.

Desde que tengo 7 años que voy a una parroquia, Nuestra Señora del Rosario, en Palermo. Crecí siendo monaguillo, pasando por catequista y “comodín” parroquial (hacer lo que se necesite cuando se necesite).

A los 7 aproximadamente me surgió la idea de ser sacerdote, cuestión que de más grande no le daba importancia ya que para mi era un mambo de chico. Entonces seguí con una vida “normal”, es decir: novia, salir a bailar, juntarme con amigos, y demás. Sin embargo, tenía una parte más en mi vida que era la vida parroquial, la cual yo intentaba que no se mezclen con mis otras cosas (salidas y demás), cuando un amigo me preguntaba algo sobre la parroquia, me daba vergüenza tocar el tema y salía rápido de esa conversación. A pesar de todas mis idas y vueltas, mis acercamientos y alejamientos de Dios, nunca dejé de ir a la parroquia.

A los 18 empecé a trabajar, tenía novia y cursaba el profesorado en Educación Física. A los 19 años, mi relación de noviazgo finaliza. Esto fue el puntapié para poder empezar a escucharme interiormente, el empujón que necesitaba para darme cuenta de que por más que yo creía que lo tenía todo (novia, trabajo, auto, estudio), no estaba siendo plenamente feliz. Algo me faltaba, no estaba lleno.

Fui a ver a un sacerdote amigo que conocí cuando él era seminarista para hablar este tema porque, ahora que me estaba escuchando, veía que yo tenia una pregunta en mi corazón que requería una respuesta: ¿Por qué no sacerdote? Y ahí hice un click. Al principio quería ignorar esa pregunta, intentando convencerme de que así estaba bien, que era más fácil todo, que lo otro requería un montón de tiempo y esfuerzo, que no era para mí ya que me gustaban mucho las mujeres y salir a bailar… Sin embargo, ya la había escuchado y resonaba en mi cabeza y corazón con frecuencia y no la podía callar.

Me decidí entonces a comenzar un discernimiento acompañado por ese sacerdote para ver si esto era algo de Dios o alguna cosa mía solamente. Gracias a este discernimiento pude darme cuenta de que Dios quiere que vaya por este camino. Gracias a que escuché la voz de Dios en mi corazón pude tomar coraje y seguirlo de esta forma maravillosa. Hoy me siento feliz de seguirlo en este camino, cada día me descubro pleno, siento paz y agradezco a Dios por ser un privilegiado de su Amor misericordioso.

“El hombre le respondió: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud. – Jesús lo miró con Amor y le dijo: -solo te falta una cosa: ve vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme. –“ (Mc 10, 20-21)